miércoles, 11 de abril de 2007

...analizado...

Y hacia el final del túnel… nada. Empezaba a saborear cada sensación de descontento. Turbado se dejaba hundir para acabar elevado en oscuros lugares, sabía que cientos de miedos lo acechaban pero nada podían producirle ahí. Seguro, recorría cada recoveco memorizado. El escenario aburría, y buscaba nuevos sectores, creía conocerse completamente, pero más allá de donde su visión quería, observó, tras la niebla, un pasaje en el que nunca había estado… Dejó seducirse y avanzó haciendo caso omiso a las réplicas de los extremos. El sendero se entrelazaba, era un paisaje desgastado, decaído, como si, extrañamente, cientos de personas depositaran tristezas en él; llamaban su atención las paredes de ladrillos negros y un horizonte de fulgor apagado.
Fobias…
Distinguió un grito frío, poco apaciguable, hacia su derecha agudizó, penosamente, un hombre golpeando brutalmente a una dama decenas de años mas joven.
Falocracia, un susurro en sus oídos…
Intentó socorrerla pero su cuerpo parecía apresado, luego, entendió: no estaba ahí para ayudar sino para observar, la imagen lo venció. Huyó desaforado, pero en su camino de regreso algo lo detuvo.
Debilidad, murmullos a su espalda…
Nada llamaba su atención, pero la carrera se detenía, cayó en la cuenta de que se encontraba muy cansado, demasiado como para poder seguir, cayó de rodillas ante los pies de un lago y observó su reflejo: un anciano le devolvió la mirada, una de desesperanza, tristeza, olvido.
Freeze the time my love, voces inquietas…
No quería aceptarlo y su mente cambiaba el estado, el contenido del lago se trasladaba hacia un arco, se cristalizaba, ahora, el espejo reflejaba un niño, no era uno normal, su cuerpo mutaba, sus brazos, torso y piernas crecían, pero su cabeza seguía allí, invariable.
Inmadurez, gritos implorantes…
La imagen morbosa lo espantaba, corría, escapaba, no se sentía capas de frenar ni ante los mayores estímulos. Escapó y trató de olvidar todo lo que había visto, hacia el final del pueblo: un túnel, hacia el final del túnel… nada.
Asustado, dejó el libro de autoanálisis que leía como pasatiempo.